Este blog tiene dos secciones:
La principal, “Hilando conceptos”, parte de una conversación intergeneracional que da pie a analizar el uso de palabras como igualdad, feminismo, mujer, género, diversidad, géneros, binarismo, no binariedad, trans, transexual, transgénero, queer…
Algunas las pronuncian varias generaciones, pero con significados diferentes; otras han aparecido recientemente. Son palabras que algunas Caperucitas abanderan con entusiasmo mientras otras están perplejas ante tantas resignificaciones y neologismos.
Los conceptos tienen significado dentro de paradigmas de pensamiento. Al final del siglo XX tuvo lugar un cambio de rumbo no sólo en la manera en que pensamos y definimos, sino también en la manera en que damos, o no, validez y legitimidad a los conceptos.
Por eso surgen preguntas previas a la hora de analizar los cambios de significado de algunos términos, la aparición en la lengua de otros, y las consecuencias que puedan tener para quienes las dicen y para toda la comunidad.
Necesitamos preliminares como: ¿Quién define? ¿Qué es “definir”? ¿Qué es “incluir”? ¿Qué es “asignar”? y ¿Qué es “ser”, ese verbo que utilizamos para todas las definiciones?
Y también habrá que abordar, antes de hablar de términos, la cuestión de por qué no se plantea socialmente la pregunta de ¿Qué es un hombre?
Esta sección se propone reflexionar en orden, y en forma de dialogo sobre todas estas preguntas. Para ello hará el ejercicio de no dar por verdad incontestable, como punto de partida, ninguna definición. Asumiremos que toda palabra es una construcción cultural, y que por lo tanto, las comunidades de hablantes pueden cambiar los significados e introducir palabras nuevas cuando las necesidades surgen. Pero el poder de cambiar lenguaje implica la responsabilidad de hacerse cargo de las consecuencias de ese cambio. También implica aceptar que la comunidad tiene el derecho y el deber de examinar si esos nuevos términos y conceptos son coherentes entre sí, coherentes con el conocimiento existente, y coherentes con lo que quieren definir. Y si son términos con efectos políticos, tendrán que ser consensuados con la comunidad en la que van a tener consecuencias para toda la sociedad. La democracia necesita lenguaje compartido.
Así, evitar dar por válida de entrada cualquier afirmación realizada con el verbo « ser », nos permitirá explorar quién está definiendo, para qué y con qué consecuencias para la igualdad. Y también ayudará a sacar a la luz esos sobreentendidos que no hacemos explícitos, y que, cuando cambian los paradigmas de pensamiento, nos hacen imposible el diálogo.
Las otra sección, “Observando cultura y actualidad” no sigue ningún método ni orden en particular. Y quizá surjan colaboraciones con otras hilanderas.