¿Tan difícil era hacer una sola manifestación para el 8 de marzo? Preguntó Caperucita.
– ¿Se lo has preguntado a la abuelita? le respondió a la gallega su madre.
– Sí, ayer.
– Y qué te dijo?
– Que si las de nuestra generación leyéramos sabríamos la respuesta.
– No le falta razón. Hay que partir de lo que ha pensado antes. Creo que la abuelita está hasta el… moño… de opiniones sobre feminismo a golpe de tuit.
– Ibas a decir otra palabra. No la digas. Ofende a gente a la que quiero.
– Pues ya ves tu abuela luchó, precisamente, para que hablar sobre el cuerpo femenino no fuese un tabú. ¡Y su nieta nos quiere prohibir la palabra “coño”! Sí… ya sé. Por empatía con las personas trans. Algún día tendremos que hablar de lo qué implica o no la empatía. Y de por qué no hay problema con decir “cojones”. Fíjate…tu abuela y tú: las dos comprometidas con la igualdad, y el 8M. Y las dos con ideas dolorosamente incompatibles sobre si se puede o no decir “coño”. Para que ocurra algo así, ¿tiene que haber diferencias muy profundas, ¿no?
– Pero si queremos lo mismo estamos necesariamente en el mismo bando, ¿no?
– Mucha gente queremos vida digna para el ser humano. Para algunos eso significa adueñarse de los medios de producción. Para otras personas significa dar a los seres humanos libertad de emprendimiento plena. No podrían ser ideas más dispares. ¿Pueden manifestarse juntos? Las mujeres somos el 52 % de la población. Queremos igualdad con los hombres… ¿Nos referimos todas a lo mismo cuando decimos la palabra «igualdad»? No. Y no porque haya tantos feminismos como mujeres, que sería como decir que hay tantos movimientos de izquierdas como obreros. ¿Qué pasa si, como ha ocurrido en otros movimientos, se entiende la igualdad de manera tan distinta que se reivindican en su nombre políticas opuestas? Pues habrá que manifestarlo. Y habrá momentos en que sea esencial la reivindicación política concreta y otros momentos en que la prioridad sea potenciar lo que nos une por ser mujeres.
– Pues yo creo que ahora es un momento para reivindicar lo que nos une por ser mujeres. Pensemos lo que pensemos. Pero la abuelita dijo que si salimos a la calle protestando por lo que les pasa a las mujeres, pero sin saber definir qué es ser mujeres, pues ya podemos ser muchísimas que esto es poco más que una fiestuki. Bueno, ella no dijo fiestuki. A ver: a mí sí me gusta que las que las chicas celebremos lo nuestro y yo quiero ser inclusiva.
– ¿Tú crees que si hubiera igualdad plena sería necesario hacer una manifestación el 8 de marzo?
– Pues no sé, a lo mejor sí, porque está bien enorgullecerse de ser mujer ¿no?
– Si se entiende la manifestación, como lo ha hecho el feminismo clásico, como una acción política que tiene lugar precisamente porque la igualdad no está conseguida, no habría ninguna razón para seguir manifestándose si existiera la igualdad. Para conmemorar fechas sí, pero es distinto. Y si entiendes la manifestación como una celebración de ser mujer, entendido como identidad, entonces no habría razón para que los hombres no tengan también su día.
– Pero es que ellos no lo necesitan.
– Ah. Si pensamos que ellos no lo necesitan entonces es que no es una celebración de identidad: es una reivindicación de una agenda para la igualdad. No podemos pensar a la vez que celebramos una identidad y que los hombres no pueden celebrar la suya porque los conceptos tienen implicaciones. Por eso hay que saber definir. Y por eso pueden surgir, como en cualquier movimiento político, corrientes distintas y hasta incompatibles. Le oí hace poco al politólogo Joan Navarro decir que esperar de las mujeres que siempre presenten un frente unido el 8 de marzo, quizás sea una muestra más de que a las mujeres siempre se les exige todo a la vez.
– Es que yo quiero que no sea tan complicado. Pero hay chicos en mi clase que dicen que por qué no hay un día del hombre y que cómo va a ser necesario el feminismo si no sabemos ni definir lo que es mujer. Y me pasa que por un lado pienso: ¡pero cómo pueden decir esa barbaridad! Pero por otro lado no siempre es fácil contestar…¿Qué contestarías tú que eres lingüista?
– Les contestaría que por qué no estamos preguntando qué es un hombre. Y que ahí está una prueba de que sigamos necesitando feminismo.
– ¿Y por qué no preguntamos qué es un hombre?
– ¿De verdad lo quieres saber? Porque para eso habrá que preguntarse qué es definir, qué es ser, que es incluir, que es empatizar, que es la modernidad, que es la posmodernidad, quién define, quién decide qué definición es válida … igual hasta toca leer un poco.
– Puffff…
– Pues si no lo haces Caperucita, tendrás que asumir las consecuencias.
– ¿Y cuáles son?
– Que te definirán otros.