Caperucita se hace mayor. Quiere crecer en igualdad en un mundo cambiante. Pero cuando lo habla con su abuelita, feminista veterana, entienden conceptos tan básicos como mujer, género y feminismo… de forma diferente y hasta antagónica. ¿Cómo es posible?
Su madre es una lingüista a la que otras hilanderas enseñaron a hilar fino. Y le intenta meter en la cestita algunas herramientas de análisis del discurso. Ojalá le sirvan a Caperucita para facilitar el necesario diálogo con su abuelita… para poder nutrirse de lo que se ha pensado antes… y hacerse un mapa con el que navegar conceptos para que la deriva no la lleve a casa del lobo.
Con las palabras los seres humanos creamos conceptos. Y vemos la realidad a través de esos conceptos. Nombrar las cosas es otra forma de ejercer poder.
Las palabras no tienen un “verdadero” significado pero sí tienen consecuencias. Cada palabra utilizada presupone unas cosas e implica otras, creando marcos. Si no los analizamos no nos entenderemos aunque usemos la misma palabra… y no detectaremos quién está ejerciendo el poder de definir… y para qué. Si no conocemos cómo funciona el lenguaje, no podemos hacernos cargo de las consecuencias que nuestras palabras tienen para quien las dice y para toda la comunidad. Y no hay democracia sin lenguaje compartido.
¿Y cómo afecta todo esto a la Caperucita del siglo XXI? De eso va este blog. Encontrarás información más detallada de para qué, cómo y con qué marcos de referencia en las pestañas del menú.